El sol era narciso en sus anteojos de sol baratos; y pasaba su lengua naranja sobre sus labios. Ella sonreía y el ronroneo dulzón del motor la adormecía, y el viento, el viento cosquillas en sus pies, descalzos. El cabello bailaba la música invisible de la ruta, una ruta sin destino.
El a su lado, mirando el horizonte, con la mañana delante y la noche detrás, siente las caricias entresueños y sonríe y la ve dormir y afloja la tensión en el volante.
Justo en el clavo
Hace 4 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario