lunes, 8 de septiembre de 2008

Diecisiete

invierno
Domingo 9:30 am



La lluvia golpeteaba incansable contra la persiana en aquella mañana nublada de febrero. El ruido monótono e incesante hizo que Martín abandonara a Morfeo y abra los ojos.
Luego de pestañar repetidas veces, se pasó la mano por la cara, hizo sonar los huesos de su espalda y se levantó de la cama. Con pasos lentos, se encaminó hacia la cocina para preparar café. Encendió la radio y mientras ponía a calentar el agua ( la cafetera se había roto y tenía que arreglárselas con filtros de mano ) las doblecuerdas caprichosas de un violín acompañaban los lamentos de un triste bandoneón.
Sentado en la silla mientras se balanceaba, Martín miraba la lluvia caer por la ventana, los vidrios estaban empañados. Se percató de que el agua ya estaba, agarró dos tazas y filtró el café. Tomó de la suya, mientras tanteaba los bolsillos del jean en busca del atado de cigarrillos; no lo encontró. Se dirigió al dormitorio en silencio, y entró.
Ella dormía plácidamente, ajena al resto del mundo. Una sonrisa adornaba su rostro, su cuerpo semidesnudo se traslucía levemente a través de la sábana. Soñaba, sin preocupaciones o amarguras, feliz y completa, con su cabeza apoyada en la almohada, parecía flotar. La lluvia había cesado por completo. Martín regresó al dormitorio y abrió la ventana; el sol había salido y un arcoiris adornaba el firmamento. Encontró los cigarrillos, estaban sobre la pila de libros en un rincón del living.
Aquellos meses con L. le habían cambiado la vida. Se habían mudado a un departamento más grande y el había cambiado de trabajo, pero ya no escribía con tanta frecuencia.
Se sentía completo, realizado y feliz; el invierno y la primavera habían dado lugar al verano, cambiante e inestable, pero no hacía tanto calor en aquellos días.
Un tema de los Redondos sonaba de fondo y mientras Martín miraba el horizonte, L. se acercó por detrás y sus pequeños brazos lo rodearon. El sintió su cabeza apoyada en su espalda y cerró los ojos. Mantuvieron esa posición por unos segundos. Finalmente, el se dio vuelta mientras ella se refregaba los ojos. Usaba una remera vieja de el en forma de improvisado camisón.
Martín la observo sonriendo y le corrió el pelo de la cara.

No hay comentarios: