martes, 17 de febrero de 2009

delirio colectivo

de la nada al extremo
cuanto cambia un pensamiento
al caminar de baldosas
cuanto cambia un pensamiento
al moverse un asiento
cuanto cambia...

Ventana

El cable del auricular
me babea la mejilla.
el traqueteo del colectivo
me indicó algún día que un
licuado ferviente de cristalidad continua
alguna vez festejo un centenario.

AMOR, simple y llanamente:
Las ruedas muerden lujuriosas
labios agrietados de autopista;
que alguna vez, fue una avenida
con carteles cortados

(solo al entrelazar las pestañas)
veo y reveo la disposición con derechos de autor;
donde resbalan y moribundan y abundan
[gente
cuyos puños en alto figuran ensangrentados
a la redención de los rascacielos entre casinos,
que verdugos enmascarados,
juzgan
a faustos y demonios y fieras y cazadores
[furtivos


Pasillo

la visión disiente por periferia
las nubes de concreto
(del otro lado del techo)
concretan; se algodonan,
escupen puteadas y juramentos.

las gotas se muerden los labios!
-seducen el cielo raso
con tiernos golpecitos en la espalda
y miradas de prostituta.

Además:
maquillan el asfalto, que ahora brilla
y se desnuda por completo
la avenida, de carteles cortados
que alguna vez fue autopista...

Hermosa acompañante hermosa
se muerde sus labios rojos de mujer
tan rojos
(no podría darme cuenta si sangran alguna vez)
y sus dedos guardan cada uno
una poesía empaquetada
¿cuantas entran apretadas, en la cabeza de un alfiler?
el timbre suena ya distante, si suena sueña
tanto, que lo mastico un rato antes de escupirlo y que sueñe,
o suene

ya las ruedas hacen el amor con desenfreno
ya no importa.

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