jueves, 14 de agosto de 2008

capaz si...no, dejá.

Camino.

Es otoño, mis pies avanzan…¿por inercia o auto determinación? aplastando las hojas marchitas de los árboles que mueren lentamente para resucitar en primavera, como aves mitológicas originarias del libro Madre Naturaleza.

Pienso.

Pensamientos, ideas, sonidos y recuerdos se entrecruzan como las miradas de dos extraños al pasar.

Somos nosotros… ¿lo notaste? Hace doce minutos te bese por última vez, hace setecientos veinte segundos te observe subir al colectivo con vagas ilusiones dentro de mi corazón desolado y herido.

Es de noche y la calle esta desierta, mi encendedor quiebra el silencio, y aspiro la primera pitada. Sigo caminando, reflexiono, me preocupo, me deprimo, lloro.

Lloro en la soledad del cielo estrellado, mientras el viento frío congela mis lágrimas, convirtiéndolas en partículas de hielo salado que se perderán en el olvido.

Sufro corazón, señal de que estoy vivo.

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