miércoles, 27 de agosto de 2008

Tres

Invierno
Julio. Viernes 16:32


Moviendo las cosas de la mesa, Martín buscaba sus llaves. Finalmente las encontró, se puso la campera y se aproximó a la puerta.

Al abrirla, se dio cuenta de que no llevaba bufanda; -un hombre que en invierno sale sin bufanda no es un hombre-murmuró- es un boludo.

Finalmente vestido, Martín salió del departamento, bajó corriendo los cinco pisos que lo separaban de planta baja y una bocanada de aire invernal penetró en sus pulmones al atravesar la puerta de calle.

Marcelo T. parecía extrañamente desierta, había llovido la noche anterior y aunque el disco solar resplandecía en el cielo libre de nubes, se podía aun, percibir la humedad en el aire.

La barba de tres días ya empezaba a molestarle, pensó en dejarse las patillas y en comprarse un encendedor, en cambiar el equipo de música y buscar otro laburo, mientras acortaba la distancia entre el edificio y el kiosco. Caminaba pensando, imaginando, soñando y despertando, esquivando aquellas molestas baldosas flojas que al pisarlas, después de la lluvia, acarrean consecuencias desagradables.

Evitaba también pisar las líneas entre baldosa y baldosa cada vez que se acordaba y a veces…

Kiosco.

-hice rápido- pensó Martín, mientras entraba y sacaba las manos de los bolsillos

Marlboro Box un peso cuarenta ¿no tenés mas chico? no, disculpá bueno todo bien hasta luego nos vemos chau suerte.

El viento invernal corta su rostro como bisturís invisibles dirigidos por la mano maestra de la naturaleza o de Dios.

- ¿Disculpáme, no me convidas un cigarrillo?- le pregunto un vagabundo

- si…si, acá tenés

En un momento de descuido, Martín dejó caer el encendedor; al agacharse para recogerlo, notó que le quedaba poco gas; al levantar la mirada, sobre la vereda de enfrente, la vio.

No hay comentarios: