jueves, 21 de agosto de 2008

Uno


Invierno.
Julio. Martes 15:43 Pm


-Dejá de soñar despierto, pelotudo!- se dijo Martín mientras pestañaba repetidas veces. Había estado mirando un punto fijo en la pared por un tiempo indeterminado hasta que repentino sonido del teléfono lo saco del trance, obligándolo a levantarse del pequeño sillón que adornaba el living-comedor-cuarto de su departamento.

Con sus jóvenes veintitrés años de edad, la década de los noventa le permitía vivir solo en un modesto monoambiente ubicado en Palermo, mantenido por su trabajo de medio tiempo en “Sarave’s”, un bar ubicado a unas cuadras de allí.

Mientras se desperezaba, atraveso los pocos metros que separaban el sillón de la mesita y atendió el teléfono

-¿Hola?

-… ¿hola Martín?- indago una voz masculina del otro lado.

-si…si, perdoname, estoy medio zombi todavía, ni se que hora es…para, ¿quien habla?

- Te habla Rubén, del departamento de Alumnos de la Facultad de Derecho, era para confirmar tu inscripción a las materias de este cuatrimestre.

-Ah…ah, si, si, los horarios los tengo a la mañana, no?

-Si, era para avisarte nada mas, hasta luego.

-Chau, nos vemos.

Luego de cortar, fue a la cocina a preparar café, mientras tanteaba buscando en los bolsillos de su campera los Phillip Morris. Al encontrarlos, se percata de que solo queda uno y murmura:

-Puta madre, salir con este frío…y bueh.

El ruido penetrante de la cafetera avisaba que el brebaje, el néctar de los dioses estaba finalmente listo; luego de verterlo en una taza, encendió con placer el último tabaco, y se sentó a soñar un rato más.

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